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El P. Moisés, alimentó su vida espiritual con la savia de la Espiritualidad de la Cruz, con la que se identificó como hijo pequeño y víctima: He ahí mi camino: Pequeñito, Víctima y muy hijo de María. Carta al P. Félix de Jesús Rougier, 1920.

 

En él se confirma el nuevo nacimiento del que habla Jesús en el Evangelio, es necesario nacer de nuevo, él recibió las primicias de las promesas dadas por Jesús a la Beata Concepción Cabrera de Armida: debe tener las cualidades de un niño, sin voluntad propia, sin arrogancia ni soberbia, siendo feliz de recibirlo todo, de arriba o de abajo; en conformarse ciegamente con todo, con el candor, la sencillez, la transparencia del alma de los niños. (Cfr. CCA. II, 330-33323/12/1914, Historia de los Misioneros del Espíritu Santo, edición privada.

 

En él germinaron las virtudes de Jesús Sacerdote y Víctima: «Como pequeña Hostia debe ser el alma pequeña para inmolarse sin cesar para la gloria del Padre Celestial, con Jesús» Enseñanzas del P. Moisés, 28/11/1941.

 

Me ofrecí y [me] ofrezco para ser consuelo y el de las almas, aceptando con alegría de hijo pequeño cuanto de dolor y gozo supone esta sublime y hermosa misión... ya no bajaré... de la cruz que me espera... Diario Espiritual, 08/04/1936.

 

Su ofrenda unida a Cristo Sacerdote lleva el sello del dolor y el amor en la obediencia filial en la entrega de su voluntad al Padre. Escribe: el dolor vendrá a molernos como el trigo y para ello, hay que estar muy unidos haciendo lo que Dios quiere. Enseñanzas P. Moisés, 26/04/1938.

 

El amor que salva para el P. Moisés es el amor que se hace donación en el sacrificio, que se muestra en la abnegación, en la inmolación por amor. El Sacrificio purifica y conduce a la muerte del yo. Enseñanzas P. Moisés, marzo 1934.

 

En el brilló de una manera especial la dimensión Eucarística, gracia del Espíritu Santo que lo conformó con Jesús Eucaristía: Aspiró a ser Hostia salvadora por la unión y la inmolación con Él en el Altar.

 

Manifestó la caridad de Cristo haciendo de su vida una donación alegre a los pequeños, a los necesitados, enfermos y de manera especial en el ministerio oculto del confesionario, en las prolongadas horas de dirección espiritual, dejando en todos el suave olor de Jesús Sacerdote y Víctima.

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