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Como en los escritos de un poeta encontraremos en sus Oraciones su mística personal, en la que nos participa su caminar en la transformación en Cristo, nos comparte su pasión por Cristo y su pasión por la humidad: Oh, ¡Dios mío! Concédeme que ame con pasión. En la base de su camino cristiano, él se sabe amado y escribe: con qué amor me contemplará el Padre, encontrando allí la fuerza para corresponder con generosidad.

Nos pone así en contacto con la tradición de los grandes orantes, que alimentan la contemplación en la caridad con el prójimo y la sobriedad de vida, llegando a adquirir lo que los Padres del desierto llamaban “mirada vigilante” y hoy llamamos discernimiento.

Esa mirada que la Virgen María tuvo en las bodas de Caná y la llevó a percibir en la realidad, el momento oportuno de la intervención de Jesús. En ese: amor de perfecto abandono al amor, a la voluntad de Dios.

Red de oración: Déjanos tus intenciones para que la fuerza de la oración llegue al corazón del Padre amoroso que escucha la súplica de sus hijos.

Comunícanos los favores recibidos y ayúdanos a promover su causa de canonización.

Déjanos tus testimonios.

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